¿Qué
consigues si mezclas una noche en Vegas con una pizca de auto odio porque tu
prometido huyó con tu hermana?
Una excusa
para tomar malas decisiones.
Cuando mis
amigas me atraen sobre el regazo de un desconocido en el club, sigo el rollo.
Seguí la corriente porque se sintió bien dejarse llevar.
Estaba
soltera… estaba enojada… ¿no merecía un rapidito caliente?
Entonces
desperté en la misma cama que un sexy extraño—con un anillo en mi dedo.
Él me dice
que estamos casados. Que soy su esposa, y que no tiene intención de dejarme ir.
Mi misterioso hombre con ahumados ojos y afilada sonrisa está acostumbrado a
salirse con la suya.
Esto se
suponía era una diversión rápida.
¿Podría un
diminuto error durar toda la vida?
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