Pero son tan parecidos. Delicados y fácilmente aplastados.
Rotos… tal como él lo hizo. Él podía arrancarlos y no había nada que yo pudiera hacer excepto ser destruida y aceptar mi destino. Eso es lo que hace, arruina lo que toca. Despiadado y de corazón frío.
Me entregaron a él.
Para romper.
Para hacer lo que él quisiera.
Todo porque estuve en el lugar equivocado en el momento equivocado.
Se volvió adicto a la sensación de empujarme al límite. De dejarme desnuda y tomar el control de cada parte de mí.
Y si soy honesta conmigo misma… crecí para amarlo también.
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