01 - La Réplica
Podría decir que sólo era una simple chica. Una simple chica
rica.
Una simple chica pobre…
No conocía lo que significaba tener una madre que peinara mi
cabello antes de ir a la escuela, que me arropara por las noches o que me
sostuviera cuando estaba triste. Crecí con un padre que apenas veía y se
esforzaba mucho por ignorarme.
¿Será por todo eso que mi mente y mi cuerpo se obsesionaron
con aquel extraño, esa noche en el bar? ¿O todo estaba predestinado de alguna
forma enfermiza?
Sólo sé que bastó con que ese hombre me rosara apenas un
segundo para quemar mis neuronas y tirar todos mis principios derechito a la
basura. Y no me importó, enterré la pequeña parte de mí misma que me gritaba
que estaba mal.
Y justo después de sucumbir, todo se volvió un caos
absoluto...
Supe que mi existencia era una enorme mentira…
Yo no era más que un número... un anónimo...
Mi vida no valía más que un centavo...
Perdí el control que tanto necesitaba en mis manos, pero él
estuvo allí, pasó de ser el chico que deseaba a convertirse en el que
necesitaba desesperadamente. Me aferré a sus huesos, sabiendo que era lo único
consistente que me quedaba.
Después de todo, él estaba dispuesto a salvarme… ¿O no?
01.5 - Bestia
No he sido un buen hombre.
He vivido en la oscuridad por casi toda mi vida, y nunca me
replanteé mis decisiones. Nunca.
Pero siempre hay una primera vez, porque el destino nunca
esconde por mucho tiempo su as bajo su manga.
La vi sólo una vez y algo dentro de mí se derritió.
Ella derribó todos mis muros, y entró en el único lugar que
yo había estado resguardando muy bien todos esos años.
Y es una montaña de mierda apestosa que la única opción que
me queda sea matarla.
Parece que no siempre se consigue lo que se quiere de
verdad.
¿O sí?
02 - La Única
Una espectadora.
Simplemente una inocente chica que vio su vida
resquebrajarse por completo frente a sus propios ojos... Pero si me detengo a
estudiarlo, a sopesarlo detenidamente, no fue lo que descubrí sobre mí lo que
me rompió. Fue todo lo que perdí en el proceso.
Soporté todos mis descubrimientos y miedos. De pie.
Sí, de pie. Pero aferrada a la vez.
No fue hasta que el fuerte agarre que me mantenía altiva
cayó a mis pies, derrumbado, que me sentí explotar en diminutos pedazos. Fue
cuando el muro de supervivencia se desvaneció que perdí el equilibrio y me
abandoné a la oscuridad.
Ya no existía nadie con el poder de reintegrarme en la
superficie.
Ya no.
Y es por eso que ya no me importa qué tan perdida estoy. Qué
tan muerta en vida me siento.
Para mí, todo acabó cuando sus ojos vacíos miraron por
última vez los míos.
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